viernes, 20 de noviembre de 2009

LA NOCHE III

TRES
Identificó rápidamente la mayoría de aquellos símbolos. Hacía unos tres años que había llegado hasta sus manos un raro ejemplar de escritura jeroglífica. Se lo había proporcionado un viejo amigo a su regreso de Nueva España. La primera vez que lo vio no supo cómo reaccionar. Las cabezas aladas, los seres con un ojo, los círculos, las manos recogidas... Nada de todo aquello entraba en la mente de un hombre como él, acostumbrado a descifrar escritos latinos. Luego vinieron las cábalas y las suposiciones. Las interpretaciones de otros viajeros llegados desde aquel lejano y tenebroso reino en Las Indias. Por eso ahora podía comprender casi todos los símbolos que aparecían en el pergamino que una extraña y huesuda sombra había dejado a sus pies. También por eso sintió la misma angustia al reconocerlos.
Leyó mentalmente la primera serie: identificó el número veinte, la serie inicial de un suceso que duraba años; el cero repetido varias veces significaba la desgracia de una pérdida insufrible; la mano del dios sobre la cabeza del mundo era la inversión de los polos que decían desde antiguo los griegos; la cuenta atrás de las lunas... no era un buen augurio. Sólo un signo escapaba a su entendimiento: aquella especie de llave invertida que su dedo índice trató de escudriñar y resolver al tacto con el pergamino. No supo qué era, qué significaba, qué escondía.
Volvió a enrollarlo y caminó despacio hacia su casa. La noche parecía aún más cerrada. La llave se le presentó en sueños varias veces, pero no sabía qué puerta del conocimiento estaba destinada a abrir. Únicamente intuía que una vez abierta ya no podría cerrarla.

3 comentarios:

  1. Oiga...¡¡¡qué curradita la imaginación...a ver cómo seguimos!!!Un bs.

    Excompi

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  2. Este pá tí, ete pa mí... te pareces a l@s Consejer@s en el reparto de los presupuestos, ja ja ja

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