viernes, 13 de noviembre de 2009

LA NOCHE II

DOS
Hasta unos minutos después no percibió los pasos que lo seguían. Paró y los pasos cesaron. Siguió y los pasos reanudaron su repetitivo y sutil ritmo. Callejeó un rato intentando perderlos. Las luces habían cesado, la luna estaba oculta, las sombras deambulaban entre las piedras. Un sudor frío recorrió las arrugas de su frente. Por fin, paró junto a la puerta de un convento. De reojo vio un torno al fondo del estrecho zaguán y recordó su propio pasado y se vio como un recién nacido siendo intercambiado y expuesto. En esos segundos absorto en su niñez no reparó en los pasos y cuando volvió al presente ya no los oyó. Sintió que también habían formado parte de aquellos pensamientos y se incorporó de nuevo a la callejuela. No dio tres pasos. Antes de que se diera cuenta una mano huesuda había salido de entre las sombras y ante sus ojos extendía un pergamino. Siguió la línea de aquellos huesos, vio un hombro casi descubierto e intentó distinguir rasgos en una cara semioculta. La mano insistía en entregarle el pergamino. No tuvo miedo, o al menos en ese momento, el que antes había podido sentir se desvaneció como aquella figura en la noche. El pergamino cayó a sus pies y se abrió ligeramente. Para cuando se agachó a recogerlo ya había reconocido los signos que en él aparecían. Lo que logró leer fue lo que le produjo el verdadero miedo.

4 comentarios:

  1. Esperando saber qué había en el pergamino...

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  2. ¡¡¡la leche!!! ¿cómo conoces a la que me dio los papeles de la hipoteca de la casa?

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  3. ¡¡¡Genial!! también espero impaciente poder descifrar ese pergamino...¡¡¡qué intringulis!!!jejeje.

    Excompi

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  4. Estoy impaciente!!!!!! Pa´cuándo la siguiente? Bisous

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