viernes, 10 de julio de 2009

LA TORRE ESCAPA

Cuando llega el viento cálido, a la torre no le queda otro remedio que salir corriendo. Odia el calor que se le incrusta en sus viejas piedras volcánicas. Prefiere el fresquito que, por las tardes de primavera, se cuela entre las ventanas y sale juguetón por el balcón que tiene de cabeza. Pero por mucho que quiera, la torre no sabe correr. Tiene los pies tan fijos al suelo que en quinientos años no ha dado un paso. Bueno, a veces los da pero con mucha imaginación.

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